El silano, con la fórmula química SiH4, es un gas incoloro e inflamable que se utiliza comúnmente en la industria electrónica, especialmente en la producción de semiconductores y celdas fotovoltaicas. Es un hidruro simple del silicio y estructuralmente análogo al metano (CH4). El silano es altamente reactivo y puede inflamarse espontáneamente en el aire, lo que lo convierte en una sustancia peligrosa que requiere un manejo cuidadoso.
La producción de silano generalmente implica la reacción de tetracloreto de silicio (SiCl4) con gas hidrógeno a temperaturas elevadas. Este proceso produce silano junto con ácido clorhídrico (HCl) como subproducto. El silano también puede producirse por la descomposición térmica de silanos o por la reacción de silicio metálico con ácido clorhídrico.
Además de sus aplicaciones en el sector electrónico, el silano se utiliza en la producción de fibras de vidrio tratadas con silano, las cuales mejoran la adherencia de los resinos a las fibras, mejorando las propiedades mecánicas de los materiales compuestos. También se emplea en la síntesis de diversos polímeros de silicona y como agente reductor en reacciones químicas.
Debido a su naturaleza pirófora, el silano debe almacenarse y transportarse bajo condiciones de gas inerte para prevenir igniciones accidentales. Generalmente se suministra en cilindros presurizados y se maneja de acuerdo con estrictos protocolos de seguridad para mitigar los riesgos asociados con su reactividad.
Las propiedades clave del silano incluyen:
Las medidas de seguridad son fundamentales al trabajar con silano, ya que la exposición al aire puede provocar combustión espontánea, e inhalación del gas puede ser dañina para la salud humana. Una ventilación adecuada, equipo de protección personal y planes de respuesta de emergencia son esenciales para quienes manejan este gas reactivo.